El uso del agua caliente corresponde cerca del 26% del consumo energético de una familia.
Realizar unos cambios mínimos en las costumbres puede significar un gran ahorro, lo que siempre es bienvenido. Comienza reduciendo el consumo de agua caliente instalando un aireador en la challa de la ducha. O compra una challa que ya lo tenga incorporado. Así podrás reducir el caudal en un 50%, aunque aparentemente se obtenga el efecto contrario, ya que al mezclar el aire con el agua se obtiene una apariencia de mayor caudal.
En una ducha se consume una tercera parte de agua de un baño de tina. Una ducha de 5 minutos puede suponer alrededor de 25 a 40 litros, contra 150 litros que significa llenar una tina. La proporción de energía que se consume por calentar agua para un baño de tina es superior a tres veces la de una ducha.
Regular la temperatura del agua de tal forma que no sea necesario añadir agua fría para dejarla a la temperatura deseada. Incrementar en 10 ºC la temperatura de salida del agua representa consumir un 30 % más de energía. Una temperatura entre 30 °C y 35 °C es más que suficiente para tener una sensación de comodidad a la hora de la ducha.
Cuando uses el lavamanos, corta el agua mientras usas el jabón. También es importante utilizar la cantidad necesaria de jabón o champú. Si ponemos más, se necesitará más agua para aclarar. Tampoco dejes la llave abierta durante el afeitado o cepillado de dientes.
Evita goteos y fugas en las llaves. El simple goteo de una llave significa una pérdida de 100 litros de agua al mes. En las llaves también se pueden colocar reductores de caudal o aireadores, que contribuyen a disminuir tu consumo de agua. Si en tu baño o cocina todavía tienes grifos independientes para el agua caliente y el agua fría, cámbialos por una llave única de mezcla, conocidos como monomandos.