Conviene tomar en cuenta algunos consejos para evitar estos momentos de angustia.
Las edades en que más ocurren los extravíos es desde los 2 a los 6 años, cuando en el niño se despierta una curiosidad irrefrenable.
Lo difícil es mantenerlos sujetos de la mano durante un tiempo prolongado. Los pequeños, aún más los inquietos, tienen que moverse y jugar. Entre tanta gente es fácil dejar de verlo por un momento y entrar en nerviosismo.
Las aglomeraciones de gente son el lugar ideal para que los niños pasen desapercibidos ante la mirada de los padres. Si se pierden de vista, hay que pactar con ellos un punto de encuentro, y no olvidar apuntar el teléfono móvil de alguno de los padres en el dorso de su mano. También se le puede colocar una pulsera, de material resistente, o una tarjeta en la ropa con sus datos de identificación. Así, la persona que encuentre al niño/a podrá contactarse con los padres.
Un dato clave es decirles a los niños, que si se ven perdidos, paren en ese lugar para evitar alejarse más de la familia. Si se pierde, grita su nombre, así el menosr sabrá en qué dirección dirigirse.
También funciona vestirlo con prendas llamativas o anudar un globo de gas en la muñeca para los centros comerciales.
El niño debe saber que puede pedir ayuda a un adulto, pero no a cualquiera. Siempre debe ser una persona que vista uniforme, para que así se asegure de dirigirse a un policía, a un guardia de seguridad o al personal del recinto público. Hay que explicarle que jamás debe irse con un desconocido ni subirse a un auto.
Una vez que se encuentre mostrarle su preocupación, pero expresarle la alegría del reencuentro. Retarlo, solo haría más difícil asimilar la experiencia al pequeño.
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